lunes, 12 de enero de 2009

Culos de mono

Me desperté con un mala sensación y no tardé mucho en saber por qué. Vi un culo en la cama al lado de la mía, que parecía un culo de mono, un mono muy gordo y aquel mono estaba roncando con ganas. Desperté a mi amiga que estaba durmiendo tranquilamente en el otro lado de la cama y nos levantamos enseguida. Decidimos irnos al baño juntas por si acaso otros sustos nos esperaban. Después de ver a aquel hombre peludo, desnudo en aquella cama, nunca se sabe.
Era un baño común y cuando entramos había seis o siete chavales, unos estaban saliendo de las duchas y otros cepillándose los dientes o afeitándose. Nos miraban como si estuviéramos en un sitio equivocado y claro, con razón, pues llevábamos pijamas de lana completos y ellos en pelotas o casi. Salimos corriendo del baño sin ni siquiera cepillarnos los dientes. Oímos los piropos de los chicos detrás de nosotras.
Teníamos 18 años y era la primera vez que salíamos del país de vacaciones solas. Llegamos a Nueva York a las 11 de la noche y como no habíamos hechos ninguna reserva de alojamiento anteriormente, decidimos quedarnos en el primer hostal juvenil que encontramos (como en plan aventureras). Resulta que era un hostal con dormitorios donde hay entre 8 a 12 camas por dormitorio y baños comunes. Y las camas eran estrechitas y casi se tocaban entre ellas. Cuando nos fuimos a dormir, no había nadie en nuestro dormitorio y por eso no nos enteramos de la existencia del hombre peludo ni de los otros chavales.
Al final, recogimos nuestras mochilas y salimos del hostal.
Diez años después, todavía nos reímos cuando nos acordamos de aquel episodio. Qué inocentes éramos…
(Imagen de Intenet, Picasso)
Seri Jayus (2º Intermedio)

1 comentario:

Anónimo dijo...

Esta muy bien hecha.Felicidades.Sigue asi.